Los precios de los alimentos han experimentado un notable aumento en 2023. Esto se debe a las prácticas agrícolas industriales prevalecientes que priorizan la cantidad sobre la calidad, a menudo dependiendo en gran medida de productos químicos sintéticos. La Política Agrícola Europea Común (PAC), que asigna fondos sustanciales a la agricultura, no apoya adecuadamente las prácticas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Actualmente, el 80% de las subvenciones de la PAC se destinan al 20% más grande de las explotaciones, independientemente de sus métodos agrícolas. Esto refuerza la agricultura industrial intensiva y no incentiva los enfoques ecológicos.
Además, las empresas alimentarias – los intermediarios entre agricultores y consumidores – han sido responsables de aumentar los precios. En particular, la ausencia de competencia real entre estas empresas les permite reforzar su control tanto sobre los productores como sobre los consumidores: fijan los precios lo suficientemente altos como para que obtengan una mayor parte del valor. Esto los ha hecho más ricos y los alimentos mucho más caros para los consumidores, mientras que los productores todavía venden sus productos a precios injustos para ellos.
Para abordar esta cuestión, las autoridades públicas, como la Comisión Europea, deberían abordar esta falta de competencia lo antes posible, para que los agricultores puedan obtener una parte justa. Deberían prohibir cualquier venta con pérdidas por parte de los agricultores, como ocurre actualmente con demasiada frecuencia. También es necesario pasar a prácticas agroecológicas como la agricultura orgánica, la reducción del uso de plaguicidas y la protección de la biodiversidad. Al dar prioridad a la sostenibilidad, se puede reducir el coste ambiental de la producción de alimentos, lo que contribuye a reducir el impacto del carbono y a aumentar la seguridad alimentaria. Esas prácticas aumentan la resiliencia de los agroecosistemas a las perturbaciones climáticas y reducen la dependencia de los insumos químicos.
El dinero para subvencionar los alimentos respetuosos con el medio ambiente y a un precio justo está ahí, solo necesita dirigirse hacia prácticas de producción respetuosas con la naturaleza que prioricen el medio ambiente, el bienestar animal y la salud del consumidor sobre los monocultivos y la agricultura intensiva. De esta manera, una Europa verde y social puede garantizar un nivel de vida justo para los agricultores y precios razonables para los consumidores.
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